martes, 20 de julio de 2010

Te quiero y es mi culpa.

Porque no puedo
olvidar ese beso
que me diste,
o cuando era yo
quien daba muchos con
el corazón;
¿cariño o amor?
¡Qué sé yo!
La culpa es mía tan sólo
pues solamente una persona soy
y para esto se necesitan dos...


...Almas.
Pero la tuya hace rato
se encuentra nadando
en las aguas
de los sueños frustrados.
20/07/10 - 9:23 am.
"Puedo jugar a se cualquier cosa. Mas con lo único que no puedo mentirme a mí misma es con mis musas..."

viernes, 16 de julio de 2010

Otoniel Guevara...

Fortuna

Qué suerte que tu falda sólo tapa tu sexo
y no tu boca
porque así puedo adivinar las historias
que un beso desdibuja

Qué suerte
porque tapa tus nalgas
pero deja al descubierto tu mirada

Qué suerte
porque sus cerraduras no detienen al viento:
lo que tu falda prohibe lo inventa mi deseo

Qué suerte que tu falda
sólo tapa tu cuerpo sólo ciñe tu talle
sólo insiste en misterios

Qué suerte que tu falda
no te tape de mí.

Darío Jaramillo Agudelo...

PRIMERO ESTÁ LA SOLEDAD

Primero está la soledad.
En las entrañas y en el centro del alma:
ésta es la esencia, el dato básico, la única certeza;
que solamente tu respiración te acompaña,
que siempre bailarás con tu sombra,
que esa tiniebla eres tú.
Tu corazón, ese froto perplejo, no tiene que agriarse con tu sino solitario;
déjalo esperar sin esperanza
que el amor es un regalo que algún día llega por sí solo.
Pero primero está la soledad,
y tú estás solo,
tú estás solo con tu pecado original -contigo mismo-.
Acaso una noche, a las nueve,
aparece el amor y todo estalla y algo se ilumina dentro de ti,
y te vuelves otro, menos amargo, más dichoso;
pero no olvides, especialmente entonces,
cuando llegue el amor y te calcine,
que primero y siempre está tu soledad
y luego nada
y después, si ha de llegar, está el amor.

Caroline Bird...

A Love Song

Long before we tie the knot, Divorce moves in.
He sits on the naughty step, patting his knees.

Crowned in towel, I step out the shower
and he’s there, handing me a raffle ticket.

He plays kick-about with the neighbourhood kids,
chalks crosses on their doors and buys them Big Macs.

Socking his fist into the bowl of his hat,
he’d kicked the gate wide, that sunny day in Leeds.

My mum was incredulous, “she’s only ten,
she can’t possibly have made contact with you.”

He clocked my young face and handed me his card.
‘Call me when you fall in love, I’m here to help.’

Perhaps he smelt something in my pheromones,
a cynicism rising from my milk-teeth.

With gum, he stuck notes on Valentine’s flowers:
tiny life-letters in factual grey ink.

The future cut two keys for a new couple.
On my twenty-first, Divorce took the spare room.

He loves to breathe down the spout of the kettle,
make our morning coffee taste mature and sad.

He waits by the car, slowing tapping Tic-tacs
down his throat. We’ve thought about stabbing him,

but he’s such a talented calligrapher:
our wedding invitations look posh as pearl.

He bought us this novelty fridge-magnet set,
a naked doll with stick-on wedding dresses.

Divorce and I sometimes sit in the kitchen,
chucking odd magnetic outfits at the fridge.

He does the cooking, guarding over the soup,
dipping his ladle like a spectral butler.

He picks me daisies, makes me mix-tapes, whispers
‘call me D,’ next thing he’ll be lifting the veil.

After the honeymoon, we’ll do up the loft,
give Divorce his own studio apartment.

We must keep him sweet, my fiancée agrees,
look him in the eye, subtly hide matches,

remember we’ve an arsonist in the house.
The neighbours think we’re crazy, pampering him

like a treasured child, warming his freezing feet,
but we sing Divorce to sleep with long love songs.

Canción de Amor

Mucho antes de atar el nudo, el divorcio se mueve dentro.
Se sienta en el escalón más travieso, dándose palmaditas en las rodillas.

Coronada en una toalla, salgo de la ducha
y él está ahí, dándome un boleto de rifa.

Él juega con saque de sobre con los niños del barrio,
tizas de cruces en las puertas y los compra Big Macs.

Invirtiendo en el puño dentro de la taza de su sombrero,
que había pateado la puerta ancha, ese día soleado en Leeds.

Mi madre no se lo podía creer ", que está a tan sólo diez,
no es posible que se haya puesto en contacto con ustedes. "

Él marcó mi rostro joven y me entregó su tarjeta.
"Llámame cuando te enamores, estoy aquí para ayudarte."

Tal vez olió algo en mi feromonas,
un aumento de cinismo en mis dientes de leche.

Con la goma, se aferró a notas de flores de San Valentín:
pequeña vida letras en tinta gris de hechos.

El futuro corta dos claves para una nueva pareja.
En mis 21, el divorcio ocupa la habitación de invitados.

Él ama respirar por la boquilla de la tetera,
hace gustoso a nuestro café de la mañana maduro y triste.

Él espera por el coche, frenar tocando Tic-TAC
por su garganta. Hemos pensado en apuñalarlo,

pero él es un calígrafo de talento:
nuestras invitaciones de la boda tienen elegante aspecto como de perlas.

Él nos compró este nuevo lote, imanes para la nevera,
una muñeca desnuda con vestidos de novia intercambiables.

El divorcio y yo a veces nos sentamos en la cocina,
sujeción extraña trajes magnético en la nevera.

Él hace la cocina, cuidando más de la sopa,
sumergiendo su cuchara como un mayordomo espectral.

Me coge margaritas, me hace mezclas, susurra
Lo siguiente que "me llaman D" hasta que él levante el velo.

Después de la luna de miel, Divorcio se irá al desván,
y le haremos su propio apartamento-estudio.

Debemos mantenerlo dulce, mi prometido está de acuerdo,
Mirarlo a los ojos, sutilmente ocultar los cerillos,

Recuerda que tenemos un pirómano en la casa.
Los vecinos piensan que estamos locos, lo mimos

como un niño muy querido, calentando sus pies del frío,
pero cantamos a Divorcio para dormir con canciones de amor largas.