sábado, 28 de enero de 2012

Antes y después del lente



("Versión completa", fotografía de Camilo Londoño H.).

Anteriormente, me sentía incompleta cuando dejaba de escribir. Mi alma es inquieta, necia y enamoradiza, y lo único que puede calmarla es sentirse decantada por la tinta y el papel. Cuando no escribo no puedo dar por terminado un asunto, no puedo hacer que un sueño se haga realidad o que un sentimiento deje de calarme los huesos.

La impotencia se apoderaba de mí cuando no sabía qué hacer con toda esa bilis negra que tenía en el cuerpo, esa que se llama melancolía. Porque no hay cosa más inútil para los aguafiestas del productivismo que un intento de poeta, y cuando uno no puede hacer nada por cambiar su mundo, escribe todo lo que le duele... uno no puede más que escribir, para que la bilis no llegue a la lengua y así no lucir como un verdadero idiota al hablar mucho.

Pero si no escribía, solamente me ardían las manos e iba por la vida como una piedra que se patea en el paseo de un día soleado en Leeds, como diría Caroline Bird en alguno de sus poemas. Mas la vida misma se encargó de darme una herramienta para que dejara de molestar tanto con mis quejidos a las personas de mi alrededor.

Y empecé a hacer algo que mi hermana se encargó de decir lo que era con más elocuencia que yo: ver la vida en planos.

Encontré que puede ser más poderoso mostrar cuando no puedo escribir. Porque hay cosas que me cuesta describir, sobre todo cuando lo que más me gusta usar es la poesía pues se termina antes de que me dé tiempo de aburrirme. Y aunque no me cueste tanto transmitir sentimientos con mis palabras, me siento extrañamente satisfecha cuando alguien puede sentir lo que yo siento al ver, por ejemplo, las ramas de un árbol en Nadir al Cenit, el vector gráfico de la canalización del río Medellín desde la estación Industriales del Metro hacia el sur, o los barridos que fácil se logran en un partido de fútbol.

Sin embargo, yo me sigo quejando, y aún más, sigo escribiendo. Mas ahora tengo otra vía de escape, de protesta, de existencia... otra forma de entender mi realidad. Sería maravilloso que las personas tuvieran que experimentar un acercamiento directo con la construcción de fotografías alguna vez. Pero no tengan qué, quiéranlo.

:D

jueves, 26 de enero de 2012

Al revés, al derecho...

Alineación a la derechaLe conocía de siempre, aunque también de nunca, cada vez sus acciones iban más al revés.

Aquella tarde nos propusimos ver el cielo, pero él se acostó boca abajo. Intenté hablarle pero había algo entre nosotros, algo que nos unía pero que me impedía decirle cualquier cosa: era su imaginación que creaba historias en las nubes que carecían de forma. O bien, mi mente imaginando agravios.

Pensé compensar el silencio repartiendo húmedos y cariñosos besos por su garganta, pero él solamente es capaz de apreciarlo en espacios abiertos.

Y mientras me volteaba para intentar ver qué tanto miraba, vi cómo se rascaba el cuello. Entonces lo entendí: era alérgico a mis besos.

No importa, algún día todo me saldrá al derecho.

domingo, 15 de enero de 2012

Puedo imaginar...





Puedo imaginar un día aburrido,
que al llegar de la Universidad
un lector me hablara.

Puedo imaginar un jueves color rojo
en que un beso vibrara
y diera una última puntada en el corazón.

Puedo imaginar que la locura vuelve a mí
y que quiero escribir
un poco de palabrería para hacer sonreír
a quien me espera ansioso
al otro lado de la pantalla...

Puedo imaginar que mis letras rescatan un alma,
arrancan sus sonrisas despedazadas
y colocan palabras en una boca cerrada,
que más tarde decide ser por el papel decantada.

Puedo imaginar que quiero sacar lo mejor de mí
para que las buenas compañías vuelvan...
sí, esas que te hacen pasar horas
frente al ordenador declamando,
que te hacen llamar a las madrugadas
para esperar el alba con voces perladas.

Puedo imaginar que me vuelvo loca
y te hablo de fotografía, cine y algunos vinos,
que te cuento mi vida de niña
y nos reímos por las mismas tonterías.

Podría imaginar que soy capaz
de expresar verbalmente cómo tus manos se deslizaban
por mi silueta descarada...
¿la mía? ¡No!
Descaradas tus manos
que a veces me aprietan fuerte en abrazos
y no son capaces de incorporarse a mi piel
de una buena vez.
Sí, puedo imaginar que vuelvo a dártelos
y que te olvidas del mundo mientras tanto.

Podemos imaginar que
adoro salir cuando salen también tus amigos,
que me caen bien...
que tú me caes bien cuando te comportas como ellos.
Ven conmigo, e imagina
que soy una parte añadida de tu familia.

Imaginemos que vuelves a decirme: hoy estás hermosa,
con una mirada de "¡Wow!¿Es ella mi chica?"...
¡espera! Eso aún lo dices.
Aún me acaricias el rostro con ojos anhelantes,
boca delirante,
pulso acelerado.
Todavía siento un terremoto bajo mis pies
cuando mis labios están sobre los tuyos
y mi cuerpo parece fundirse con tus músculos.

Y entonces no quiero imaginar.
O tal vez sí,
quiero imaginar que paso de toda formalidad
y complementos conyugales.
Entonces te elijo a ti,
elijo amarte...
aunque a veces no sepa qué decir
y te den ganas de ahorcarme.

Me imagino amándote
con problemas,
como sea que las situaciones vengan,
porque en esta vida
mi magia se encuentra
a la vuelta de suéter negro con sabor a menta.


Todo porque"...si no hubieras callado en todas nuestras despedidas, no estaríamos al borde de amarnos como la primera vez" (Otoniel Guevara).

martes, 10 de enero de 2012

El árbol dorado

"Delante de mi ventana hay un árbol,
un árbol tan grande del que te puedes colgar
para soñar

Estamos en otoño y me cuelgo de él,
mi Papy viene hacia mí,
en el sol,
y en el ojo doble de su gran aparato
me cuelga (clic) al fondo de una imagen

En las hojas doradas
disfruto en sueños,
disfruto con ser amada
sobre un árbol colgada"
-M.E.
(Nunca olvides que te quiero, Delphine Bertholon).

Hay momentos en la vida en que el tiempo podría detenerse "estilo Big Fish". El primero es cuando se termina una historia antes de que te aburra (cosa que logran algunas poesías); el segundo, cuando crees que una fotografía tiene vida; el tercero, cuando ves que una persona ha expresado con palabras más elocuentes lo que estaba en tu cabeza, sin sentirte menos "original" por ello.

En el tercer caso, no sé si todos los que hacemos "garabaticos" de vez en cuando estemos condenados a tener el pedazo de un cliché por algún lado, una parte de aquellos motivos que han movido a la Literatura en la humanidad, como el amor o la muerte. Es complicado lograr, entonces, hacer algo que suene medianamente novedoso.

Pero hay algo que resulta realmente impactante, y es cuando se comparte de buena manera aquellos motivos, cuando las narraciones son tan similares, pero tan distintas que parecen ser armónicas.

Y hoy me alegra saber que, aunque solo se trata de algunas puntadas, algo de mi prosa se complementa con las bellas letras de la francesa Delphine Bertholon, que sin duda, supo escribir una de las buenas obras de literatura. Y eso ya es decir mucho, pues hay dos razones: los dueños de las letras no son solamente los autores consagrados, y, como decía José Saramago, "la vida está llena de historias, pero no todas las historias de la vida son Literatura".