jueves, 31 de marzo de 2011

Obsérvame en la invisibilidad.

Obsérvame.
Obsérvame en la invisibilidad,
y entonces sabrás,
serás consciente de lo que alguna vez
tuviste sobre tus manos...
besos desdibujados.
Mírame.
Mírame desaparecer entre las historias
que me gusta contar,
y ser feliz...
mírame y no te entrometas,
no te hagas visible...
o volvería yo a lo mismo.
Sólo veme y deja
que el ardor en tus brazos te consuma,
al no poder estrecharme más con ellos,
deja que lo único que ciña mi talle
sean mis misterios.
Date cuenta de que sigo viviendo.
Viviendo con el corazón puestecito en el pecho,
está ahí, para quien quiera arrebatarlo;
menos tú, que para querer tomarlo,
la indecisión te ha congelado.

sábado, 19 de marzo de 2011

A la sombra te sientas de las desnudas rocas [Rosalía de Castro (1837-1885)]

A la sombra te sientas de las desnudas rocas,
y en el rincón te ocultas donde zumba el insecto,
y allí donde las aguas estancadas dormitan
y no hay hermanos seres que interrumpan tus sueños,
¡quién supiera en qué piensas, amor de mis amores,
cuando con leve paso y contenido aliento,
temblando a que percibas mi agitación extrema,
allí donde te escondes, ansiosa te sorprendo!

—¡Curiosidad maldita!, frío aguijón que hieres
las femeninas almas, los varoniles pechos:
tu fuerza impele al hombre a que busque la hondura
del desencanto amargo y a que remueva el cieno
donde se forman siempre los miasmas infectos.

—¿Qué has dicho de amargura y cieno y desencanto?
¡Ah! No pronuncies frases, mi bien, que no comprendo;
dime sólo en qué piensas cuando de mí te apartas
y huyendo de los hombres vas buscando el silencio.

—Pienso en cosas tan tristes a veces y tan negras,
y en otras tan extrañas y tan hermosas pienso,
que... no lo sabrás nunca, porque lo que se ignora
no nos daña si es malo, ni perturba si es bueno.
Yo te lo digo, niña, a quien de veras amo:
encierra el alma humana tan profundos misterios,
que cuando a nuestros ojos un velo los oculta,
es temeraria empresa descorrer ese velo;
no pienses, pues, bien mío, no pienses en qué pienso.

—Pensaré noche y día, pues sin saberlo, muero.

Y cuenta que lo supo, y que la mató entonces
la pena de saberlo.

jueves, 17 de marzo de 2011

(?)



Si pudieras correr, te diría que lo hicieses.
Habla cuando no sepa qué dirás, qué decir.
Calla cuando hablar de musas quiera.
Calla si hace frío...
No me cubras de blanco.
¡Calla!
No tardes.
Si tus labios secos,
modulan un "te quiero"...
¿Cómo saber si es sincero?
Pues callaría.
Si guardases silencio, también callaría.