lunes, 27 de febrero de 2012

Sucedió un día cualquiera -Besos para no olvidar-

Un día me cansé de hablar contigo
y decidí callar.
Elegí no repetir las mismas dos palabras
que musitaba con la esperanza
de traducir los impulsos nerviosos de mi pensamiento,
los latidos arrítmicos de mi corazón
en un mensaje que llegaría a tus oídos,
los únicos en este mundo
tienen conexión directa con tu alma.

Ese día era un día normal,
prendí el interruptor del mecanismo de reloj
e hice todo al pie de la letra:
no hablé demasiado,
reí con tus chistes
y te dejé marchar
con uno de mis abrazos enredado en tu espalda.

Pero después de unas horas,
al volver tomaste mi cabeza
entre tus manos con facilidad y firmeza,
me viste a los ojos y pensé:
"¿Me atacará?
¿Reír me hará...?"
Y me plantaste un beso sin más.
Uno de esos besos
que te dejan detenido en el viento.

Y ya no reía con chistes malos,
ya no dejaba enredados mis abrazos,
ya no callaba...
todo fluía.
Por un momento,
tu piel no fue impermeable a mi cariño
y tus labios se convirtieron en los receptores
de todas las historias que me moría por contarte,
de todas las repeticiones esas dos palabras innombrables,
de todas mis risas de cuando en realidad se te sale la gracia.

Y te detuviste, y yo,
por más que siempre quiera luchar
con los clichés en mis experiencias,
sencillamente me fui flotando en una nube
a la siguiente hora de clase.

domingo, 26 de febrero de 2012

Infusión de deseos



Letras, letras y más letras.
Como es lógico me refugiaré en ellas
porque sí permiten amarlas.
Porque a veces, las dosis de ti no me alcanzan,
y he querido
alejarme del vicio...
pero tus caricias
son estrategas de gran talento.
Entonces me siento a pensar en el futuro
mientras me bebo un té de recuerdos,
porque no sirvo para admitir premisas que te agraden
ni para ser aquella dama
que separa la osadía de la delicadeza;
pero no son tus gustos lo que me interesa:
son tus manos, tu piel, tu cara, tus palabras...
no necesitarías más para volar conmigo.

martes, 7 de febrero de 2012

Dímelo

Por favor dime que no te perderé otra vez.
Porque entonces querré
arrancarme el corazón del pecho
para que no me dé fiebre
o el escalofrío de mí se apodere.
Dime que eliges reírte
(que tu alma sigue conmigo),
que puedes hacerlo posible,
que quieres escribir.
Dime que sigues ahí
para que yo evite entender
por qué no hay que celebrar el 14
y por qué es bueno salir antes de las diez.
Dime que sigo siendo la única persona
que puede hacerte reír, llorar y amar
con solo hablar, mirar o hasta acariciar.
Dime que tienes los pies en esta tierra,
porque no es posible que yo siga
de un hilo prendida
después de tantos momentos,
tantos besos,
tanto amor.
O dime si ya no te despierto
de tus sueños muertos.
Dímelo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Frío

Y él me estrecha
en un apretado abrazo
y sus suspiros gélidos
se me calan en los huesos...
el Frío es buen compañero,
ha logrado que desconfíe de la gente
y aprenda a defenderme.
Lo extraño cuando no está
pero quiero alejarlo cuando llega,
no he podido aceptar
que la no emoción también quema
porque me da un modo distinto
del que vibrar no quisiera.
Pero me hacen falta las épocas
en que no le conocía,
no le necesitaba;
mas ahora sin él
no concibo mi vida.
Le amo aunque todavía él no tenga
un pedazo de mi alma,
pero estando congelada
sé que a Frío le alegran mis canciones de amor largas.