jueves, 3 de marzo de 2016

Es hora

Llevo unas cuantas noches acumulando letras.
Letras que se han desprendido
del contorno de tu cuerpo
y he coleccionado a cuentagotas.
Me miras de soslayo y agarro una a, una e;
te veo besarla y solo me queda una n por recoger.
Del suelo.
Están acumuladas como un costal en mis manos
y solo quiero tirártelas a la cara.
Tapar con letras esa sonrisa tan falsamente sincera.
Todavía me pregunto cómo puedo quererte tanto.
Cómo puedo por asomo pensar
que yo resignifico los versos de las canciones
que le dan sentido a tu caminar.
Cómo me imagino ese futuro prometido
donde no existe el daño
y somos infinitos.
Cómo puedo pensar que eres infinito.
Tú todo lo gastas:
ya no hay más besos,
ya no hay más dinero,
ya no hay más tiempo.
Quizás es hora de decirte adiós.
Ya no soy una palabra que te cueste pronunciar.
Soy la letra l en la colección de
otras letras, como la d.
Y otras cuya canción nunca conoceré.
Me cuesta despedirme tanto como me cuesta
admitir que te quiero.
Dime que
esto solo es una s, una x, una o.
Que solo estuve para sentir los vellos afeitados de tu cuerpo
y no de tu barba al celebrar un triunfo
o hacer mejor un día difícil.
Sé que es hora de decirte adiós,
pero no sé cómo. Porque odio tanto decirte adiós,
como quiero tanto odiarte.
Por solo decir palabras,
ganar hechos
y luego no ser hechos ni palabras.
Solo una foto que guardo celosa en mi ordenador.