sábado, 27 de junio de 2015

Alarma

Le miré, yacía apacible junto a mí con sus ojos cerrados.
No eran los mismos párpados
no los mismos cabellos
no los mismos pómulos.
Mi cerebro lo notó a tiempo
y contuvo mi boca.
No pude llamarlo por tu nombre.
Alguien duerme en la cama equivocada.

jueves, 7 de mayo de 2015

Viento

"Yo no le debo besos, 
pero quise deberle este poema"
-Luis García Montero. 

Un día importante en mi vida
abrí una ventana.
El viento entró con tal ahínco
que mi cuerpo no tuvo salida.
Envolvió cada fibra
con sus ráfagas,
solo nadaba
flotaba
sucumbía
entre la oleada que cubría mis pechos
mi cintura
mi sexo.
El viento no se iba.
Comenzó a calar mi piel
erizando mis vellos,
y se metió en mi mente
para hacerme olvidar ciertas cosas.
El viento creó
una bruma que cubrió
mis ojos: todo lo distorsionó.
Al palpar al viento
no podía tocar más
el carácter verosímil de mis sueños,
solo conseguía asir la suavidad
de sus brazos que me estrechaban,
la calidez de su abdomen,
la luminosidad de su sonrisa.
El viento no es discreto:
ni con sentimientos
ni con negligencia.
El viento te empuja
y te hace tambalear
cuando no se ocupa
de ondear
tu falda ni enredar tu cabello.
No es discreto
cuando su tentáculo penetra
en lo profundo de tu pecho.
Y siento que me arde el corazón.
Para aplacar el escozor
necesito que se marche,
que el aire para respirar se apague...
sumergirme en agua
o en formol.
Cerrar la ventana
sin que sean mis manos las que pongan el seguro.
Desintegrarme...
arde el todo,
no las partes.
¿Por qué no podré ser tan volátil
como él?

martes, 21 de abril de 2015

Dos

Es tarde.
Nuevamente tarde.
Siempre tarde.
Tarde para leer
y en más de mil letras solo captar
las que componen tu nombre.
Tarde para cambiar vidas,
transformar costumbres,
vestirse y salir de prisa.
Tarde
para dedicatorias sin alcance.
Es pronto.
Pronto para un choque eléctrico
a un par de corazones sanos.
Pronto para connotar una aventura suicida.
Pronto para sentir frío
cuando todo es cálido,
pronto para la necesidad
en medio de la abundancia.
Pero sigue siendo tarde...
tarde para irrumpir
tarde para sentir
tarde para definir.
Siempre el momento equivocado.

jueves, 9 de abril de 2015

Marzo

No te amo porque seas atractivo
No te amo porque me hagas reír
No te amo porque me encante tocarte
No te amo porque parezca que tu cuerpo está hecho para mí.

No te amo porque quieras lo que yo quiero en la vida
No te amo porque quiera contigo compartirla

No te amo porque ame encontrarme con tu rostro como lo primero que veo al despertar.

No te amo porque a pesar del tiempo, nuestra historia sobrevive.

Te amo porque eres mío, mi hombre,
y sin más remedio,
ya llevo tu nombre
tatuado en mi piel por todas partes.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Gente diminuta

Vengo a hablarles de la gente diminuta.
Dicen que solo funciona el lado derecho de su cerebro,
que sus gustos son disímiles
y es difícil hacerlos notar que hablan lento.
En la mirada de la gente diminuta solo brilla el ojo izquierdo.
Diminuta es la acción que describía Nietzsche
de aquellos que no pueden aflojar sus cadenas
y sin embargo, pueden liberar a sus amigos.
La gente diminuta tiene corto alcance
si se lanza desde una catapulta,
pero puede caer en un campo fértil
y quedarse cultivándolo todo el día.
Hay grandes cantidades de gente diminuta:
es gente muy común que comparten la cualidad de saberse únicos.
Sus pensamientos son cósmicos
y ascienden como titán golpeando las diminutas gargantas,
y cuando sus diminutas cuerdas vocales son aporreadas
por el ímpetu de no cometer ningún error,
las palabras salen diminutas de sus bocas, a veces, a borbotones.
La gente diminuta está permamentemente intoxicada
pero con elementos no tóxicos:
demasiado amor,
demasiada esperanza
y unas ansias desaforadas
de ayudar a la gente grande que no necesita ayuda.
Con todo, la gente diminuta no siempre es diminuta.
Crecen exponencialmente con las adulaciones.
Sus pasos hacen retumbar la tierra cuando
logran acariciar el infinito.
Cuando se juntan entre diminutos
a profesar una especie de religión basada en el juicio.
Por otro lados, los números los vuelven realmente diminutos:
las cifras, las finanzas, la forma normal de la gente grande de ver el mundo.
Se achican proporcionalmente cuando las palabras diminutas
solamente tienen el impacto de una gota de agua
en las rodillas de la gente grande.
¡Es tan inevitable sentirse diminuto!
Tan inevitable como sentirse infinito.