sábado, 30 de marzo de 2013

Inherente

Soy aquel fantasma que te visita por las noches,
buscando deshacer los pasos.
Desdibujar cada beso que te di,
extinguir la ira que me roe las entrañas.
Qué agridulce es observarte de lejos
y poder declarar que todo acabó.
Que parezco navegar en un eterno
sueño muerto
donde las posibilidades obsoletas
son mi único ancla.
Ya la ironía se acuesta a mi lado
y me tiene escribiéndote de nuevo,
depositando mis palabras
en el oído de un costal de huesos,
mientras mi mirada vacía
sigue esperando esos ojos infinitos.
La obsesión cobra un peaje caro,
yo solo le pido al Cielo
-si es que para mi existe alguno-
que un día se salde mi deuda
y deje de exhumar los restos de mis convicciones
para mantener esta absurda barca a flote.
Levanto la bandera de auxilio
pero se parece más a la de piratería,
saquearía cualquier recoveco del universo
a cambio de un poco de paz.
Pero mi paz ya duerme a tu lado,
ese fue mi regalo de Navidad.
Es ella a quien vigilo por las noches,
Es la razón por la que te visito.
Por ella dejo encender de nuevo mis entrañas,
por ella beso acalorada las sobras de tu sombra.
Y vuelvo a sentir la bilis subiendo por mi garganta
y con ella, las náuseas.
Las ganas de chupar y escupir el veneno...
pero es lo poco de ti que me queda.
Espérame entonces,
cada vez que sople el viento
recogeré otra dosis.