Pero “lamentablemente”, este mecanismo cotidiano de supervivencia no le da esperanzas a la gente que lo adopta, aunque sí le dé pan de vez en cuando. Por ello, en estos países, donde los gobiernos parecen ser sordos, a las poblaciones no les queda más remedio que coger esa parte de su herencia dada por el sincretismo religioso, tomando como alternativa de vida los principios morales antes que los de la biología tradicional (la supervivencia del más fuerte, la red trófica). Y de este modo, las personas de aquí persisten en este mundo; a veces de una manera tan milagrosa, que quien observe desde afuera podría apostar que sacan comida del aire. Claro que no todos, recuerden que estamos hablando de una tierra, en donde las tasas de mortalidad infantil y las expectativas de vida para los adultos pueden equipararse con las de un continente más perdido, como África.
Sin embargo, es por la misma herencia que la esencia del pueblo que lucha por sobrevivir a diario permanece, es por lo que Latinoamérica será reconocida ante las demás regiones del mundo… porque mientras sus moradores realizan actividades que varían según el hambre del trajín diario, también lograr intercambiar constantemente los roles de víctimas y victimarios establecidos en cada uno de sus países. Por fortuna, este todavía se considera un continente con esperanza vital.
Laura Bayer Yepes.
[...Sé que no va mucho con el estilo del blog, pero simplemente era algo que no quise dejar pasar, ni que se quedara en un simple informe para la clase de Historia.]