domingo, 5 de diciembre de 2010

Una de tantas...





El viento sopla fuerte en mi mano derecha, como si quisiera que no escribiera, a lo mejor porque sabe que no vale la pena plasmar lo que he de copiar... no es producto inspirador ni ayudará a tranquilizar a un alma que por casualidad se tope con este escrito. Pero a mi parecer también el viento debería saber que de no escribir me asfixiaría.



Este no es otro poema o expresión literaria más... no es una historia, pero sí una de tantas neuras (tan raro, ¿cierto?). Es de noche y yo estoy aquí, enfrentándome a una gran quimera, una amorfa y de todos los colores, olores y sabores, que el mundo como masa sensible genera. Elegí la imagen del principio porque justo así estoy, solamente hay que ponerle color y suprimir el cigarrillo, porque no fumo: estoy aovillada junto al ordenador, cavilando, como siempre.



Estoy sola en este preciso momento, y quiero estarlo, a pesar de que sólo hace un momento odiaba con todas mis fuerzas la soledad... en fin, nunca me gustó que me vieran escribiendo.

Recuerdo una vez que mi madre me vio haciéndolo, me leyó y luego hizo una mueca. Y en una reunión familiar dijo que los cuentos que yo escribía eran "dormidores".



Reuniones familiares. Una colección completa. De todos los tamaños, sucesos y explosiones de vez en cuando. Siempre allí me dicen que estoy gorda. Es cierto, no lo niego y hasta me interesaría cambiar; digo, al igual que Oscar Wilde, haría cualquier cosa por recuperar la juventud...excepto hacer ejercicio, madrugar o ser un miembro útil de la comunidad. De todos modos duele pensar que te van a querer más si las cosas en tu cuerpo fueran de otro modo. Sí, reuniones familiares... lo que me recuerda que ya es navidad.



Cinco de diciembre. Ya huele a nacimiento, época de fiesta, perdonar errores, dar la bienvenida a un nuevo año y no podemos olvidar la natilla y los buñuelos (cuando menos aquí en Colombia). Este diciembre es distinto. Y no lo digo únicamente porque ya no estoy para prender velitas, jugar con los primos, creer en el Niño Dios o en Santa... la transición me tocó el año pasado, muchas gracias. Lo digo porque es mi primera navidad sola y no digo que sea malo.



Me gusta estar sola... estoy casada con la soledad y quiero acostumbrarme a ella, en serio. Y no sé si es por la época o qué me ha dado, pero desearía volver el tiempo un par de años y que me tocara un diciembre acompañada.

Por estos días, hace unos cuatro años (¡wow, qué vieja me siento! xD) estaba de vacaciones, y mientras tanto me hablaba por mensajes de texto con mi primer amor.

Esta mañana, olí ese mismo sentimiento, aunque a lo mejor eso fue culpa de un recuerdo que volvió sin pedir permiso, porque es obvio que no hay razón por la cual sentirlo de nuevo.



Esta navidad están en la reunión familiar mis tíos casados, mi madre y mi padre, mis abuelos que cumplen su 55 aniversario, mi prima mayor y su prometido, mi prima menor y el pegote que le sigue a todos lados, al que llama novio -con sinceridad, le pido a Dios que si por azares del destino yo me he de ver en esas, ¡que no sea igual a ellos!-... y Laura, el hongo xD. Lo más lógico es que mis tías las solteras piensen en el fondo, que estoy sola por ser fea.

Lo sé, lo sé. Familia es familia y de algún modo ellos (o al menos mi madre) tiene unas gafas de visión extraña en frente que hacen que te vean linda, pero la gordura nunca es sinónimo de belleza. A la larga, ya sea con una mirada o con una palabra, terminan por contradecirse. En palabras de mi abuela (dirigiéndose a mi otra prima): "Camilita, no se deje engordar que una niña gorda se ve muy fea". Y aún así insisten en que al final soy linda.



No obstante, NADIE entiende que necesito estar sola. Ni siquiera yo misma. Pero es cierto. Este año estuvo sobresaturado de niños, me aferro demasiado a las cosas, y por mirar el pasado me pierdo de mucho a menudo.

Me consuelo diciéndome a mí misma que el amor es como una droga con nombre bonito, y que yo estoy de rehabilitación y sufro síndromes de abstinencia constantemente. Y puedo tener razón, pero tenerla no hará que esto pare.

Además, NADIE tampoco sabe por lo que he pasado, y el miedo tan profundo que le tengo a adoptar la soledad y que ella se quede en mi vida por siempre. Y sólo hay una cosa que siento al percatarme de todo esto: impotencia.



Pero alto. Aún hay algo que podría ayudar. Es una locura, pero el fin justifica los medios. O más bien, la desesperación justifica el remedio. Ja, ja, ja. Me da risa sólo de pensar que contemplé esta posibilidad alguna vez: puedo pasar la navidad con Dan, mi mejor amigo; incluso puedo presentarlo como tal, y todos creerán que es mi novio...¡es perfecto!

Sólo está el pequeño inconveniente que puedo mentirle a todo el mundo menos a mí misma. Y a veces daría mucho por que fuera al revés.



Pero todas estas son nimiedades, cuando mientras escribo esto, de sopetón veo en las noticias que tan sólo en este país hay 38mil afectados por las lluvias. Y yo me quejo del frío de la soledad.



Luego mi vida da un giro, y me encuentro con lo esencial. Situación puntual: hoy estuve celebrando el cumpleaños de mi abuela (y las reuniones familiares contraatacan, pero esta vez no pega tan fuerte). Y pienso que tengo mi familia completa, que mi madre y mi padre viven, que no pasamos calamidades... y después de todo es eso lo que importa.



Y nuevamente la realidad, mujer tan bipolar, me da otra cachetada y me grita: cuando todos ellos se marchen van a tocarte muchas navidades sola en verdad.

Por eso sueño con encontrar el amor... o si mucho (y lo digo así, sin pelos en la lengua... o en mi teclado, en su defecto xD), no morir virgen. Porque de algo estoy segura: recordar al sexo no hace daño como recordar al amor.



Sin embargo, después de todo el fango que me cae encima no me considero una persona infeliz. Sería una descarada si así lo hiciere. Pero hay una cosa que sí hago: quedarme pensando en que si alguien lee esto, supere las barreras de la lástima y decida hacer algo. Ya sea por mí o por alguno que de pronto sienta algo similar. No deseo incomodar, quiero creer que esta es una manera sutil de pedir auxilio sin gritar.

Por otro lado yo lo haría, pero como artista no puedo sentir más que melancolía: esa bilis negra que me hace denunciar las cosas pero que me envenena para solucionarlas, porque me recuerda con firmeza que para el mundo sólo soy UNA persona. Y los cambios se hacen en masa.



Llegamos al final. Aquí ya nada importa, porque es cuestión de segundos para que este letargoso escrito acabe. Es sólo otra más...una de tantas veces en que Laura se bebe sus propias lágrimas, no aplaude y se marcha en silencio.

Ana Frank decía que no hay más remedio que tomarlo todo a risa y no hacer caso de nada... es el único mecanismo de defensa cuando no se puede contar más que con uno mismo. Razón tenía, pero yo digo que hay cosas que no alcanzan para tomárselas a risa.