lunes, 15 de octubre de 2012

Natalia y Juan Manuel.

...aunque solo uno fuera.

Ella tenía el cabello acartonado, a él se le enredaban los sueños en la cabeza, pero no las peinillas... a pesar de que su cabello se alzaba como llamas. Aunque era negro azabache.

"Sonrisitas", le llamaba ella en sueños. Él siempre aparecía. La besaba y se iba para clase. Natalia era callada...a veces. Se reía mucho...a veces, con él. Revelaba su interior...a veces. Era frívola...a veces. No era coherente...a veces. Leía siempre, escuchaba siempre, observaba siempre (pero en la invisibilidad). Iba a los restos de los cineclubes de la Medellín de los 80 cada viernes... o lo quería. Era celosa...a veces. Mentira, solamente con la novia de Juan Manuel.

Él era su medida perfecta. De defectos, de causas perdidas (como la ortografía deficiente y el no saber bailar) y de camaradería. Camaradería, ¡qué lástima!

Conversaban mucho. Natalia y Juan Manuel se miraban a ratos con sus inquietos dos pares de ojos sensualmente cafés. 

-Yo lo quiero a usted, pero usted quiere a otra. Yo lo quiero a usted, esa es la cosa, y usted dirá.


(Foto: Laura Bayer Yepes).